RADIONOVELA.”“LA GITANILLA”
ESCENA 1
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EFECTOS
(CORTINILLAS)
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PERSONAJE
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GUIÓN
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Pláticas de fondo
10 seg
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Narrador:
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Los gitanos al parecer
nacieron en el mundo solamente para
ser ladrones. Nacen de padres ladrones, estudian para
ladrones y finalmente salen con ser ladrones molientes a todo ruedo, y la
gana de huerta y hurtar son en ellos como axidentes inseparables que no se
quitan si no con la muerte. Una gitana vieja crio una muchacha en nombre de
una nieta suya, quien puso nombre de Preciosa y a quien enseño su gitanerías
y modos de embelecos y trazas de hurtar.
Salió la tal Preciosa la más única
bailadora que se hallaba en todo el gitanismo y la más hermosa y discreta que
pudiera hallarse, no entre los gitanos, si no entre cuantas hermosas y
discretas pudieran pregonar la forma.
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ESCENA 2
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EFECTOS
(CORTINILLAS)
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PERSONAJE
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GUIÓN
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Barullo (música)
10 seg
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Narrador:
Preciosa:
Narrador:
Teniente:
X:
Narrador:
Teniente:
Narrador:
Paje:
Preciosa:
Paje:
Preciosa:
Narrador:
Preciosa:
Caballero 1:
Preciosa:
Caballero 2:
Gitana 1:
Preciosa:
Cristina:
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A los xv de edad su abuela putativa
la volvió a la corte y a su antiguo rancho en los campos de Santa Bárbara.
La primera entrada que hizo Preciosa
a Madrid fue un día de Santa Ana patrona y abogada de la vida, con una danza
en que iban 9 gitanas, 4 ancianas, 4 muchachas y 1 gitano.
Salió un rumor que encarecía la
belleza y donaire de la Gitanilla, hay fue ello, allí cobro su fama de la
Gitanilla.
Preciosa tomo unas sonajas al son de
las cuales, dando en redondas largas, ligerísimas vueltas canto el romance
siguiente:
Árbol preciosísimo
que tardó en dar
fruto
años que pudieron
cubrirle de luto,
y hacer los deseos
del consorte puros,
contra su esperanza
no muy bien
seguros;
de cuyo tardarse
nació aquel
disgusto
que lanzó del
templo
al varón más justo;
santa tierra
estéril,
que al cabo produjo
toda la abundancia
que sustenta el
mundo;
casa de moneda,
do se forjó el cuño
que dio a Dios la
forma
que como hombre
tuvo;
madre de una hija
en quien quiso y
pudo
mostrar Dios
grandezas
Sobre humano curso.
Por vos y por ella
sois, Ana, el
refugio
do van por remedio
Nuestros
infortunios.
En cierta manera,
tenéis, no lo dudo,
sobre el Nieto,
impa
ido. Piadoso y
justo.
A ser comunera
del alcázar sumo,
fueran mil
parientes
Con vos de consuno.
¡Qué hija, y qué
nieto,
Y qué yerno! Al
punto,
a ser causa justa,
Cantaradas
triunfos.
Pero vos, humilde,
fuiste el estudio
donde vuestra Hija
hizo
humildes cursos;
y ágora a su lado,
a Dios el más
junto,
gozáis de la alteza
Que apenas
barrunto.
Más de 200 personas estaban mirando el baile y
escuchando el canto de las gitanas, se acercó uno de los tenientes de la
Villa.
Disculpe ¿Qué están
viendo?
Estamos escuchando a los gitanos,
pero sobre todo a esa gitana hermosa que canta y baila.
Enseguida fue a ver al comandante
para comentarle lo que está pasando en el centro.
Paje, ve a ver a la gitana vieja y
dile que quiero que la oyese Doña Clara, mi esposa.
Le dio el paje un papel doblado, en
el que decía:
Preciosica, canta el romance que aquí
va porque es muy bueno y yo te daré otros de cuando en cuando, con que cobres
fama de la mejor romancera del mundo.
Eso aprenderé yo de muy buena gana y
mire señor que no me deje de dar los romances que dice, con tal condición que
sean honestos y si quiere que se los pague.
Para papel si quiere que me dé la
señora Preciosica, estaré contento y más, que el romance que no saliere bueno
y honesto no ha de entrar en su cuenta.
A la mía queda escogerlos.
Retirándose y avanzando unas cuantas
calles, desde una reja llamaron unos caballeros a la gitanilla. Asomándose
preciosa a la reja vio unos caballeros paseándose y jugando.
¿Quierenme darme barato, señores?
Entren las gitanillas que aquí les
daremos barato.
Caro sería ello.
No a fe de caballeros, bien puedes
entrar niña, segura de que nadie te tocara a la vira de tu zapato, no, por el
habito que traigo en el pecho.
Entra en hora buena, que yo no pienso
entrar a donde hay tantos hombres.
Mira, Cristina, de lo que te has de
guardar es de un hombre solo, y a solas, y no de tantos hombres.
Entremos Preciosa que tú sabes más
que un sabio.
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ESCENA 3
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EFECTOS
(CORTINILLAS)
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PERSONAJE
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GUIÓN
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Narrador:
Preciosa:
Caballero:
Vieja:
Caballero:
Preciosa:
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Entraron, hubo
entrando Preciosa, cuando un caballero vio el papel que traía en el seno, lo
tomo.
Y no me le tome, señor,
que es un romance que me acaban de dar ahora, que aun no le he leído.
¿Y tú sabes leer,
hija?
Y escribir, que a
mi nieta hela criado yo como si fuera hija de un letrado.
En verdad Preciosa,
que trae esta carta el poder dentro, toma este escudo que en el romance
viene.
Basta, que me ha
tratado de pobre el poeta. Pues cierto que es más milagro darme a mí un poeta
un escudo que to recibirle. Lee pues el poema hombre.
Gitanita, que de
hermosa
te pueden dar
parabienes:
por lo que de
piedra tienes
Te llama el mundo
Preciosa.
Desta verdad me
asegura
esto, como en ti
verás;
que no se apartan
jamás
La esquiveza y la
hermosura.
Si como en valor
subido
vas creciendo en
arrogancia,
no le arriendo la
ganancia
a la edad en que
has nacido;
que un basilisco se
cría
en ti, que mate
mirando,
y un imperio que,
aunque blando,
Nos parezca
tiranía.
Entre pobres y
aduares,
¿Cómo nació tal
belleza?
O ¿cómo crio tal
pieza
El humilde
Manzanares?
Por esto será
famoso
al par del Tajo
dorado
y por Preciosa
preciado
Más que el Ganges
caudaloso.
Dices la
buenaventura,
y dala mala
continuo;
que no van por un
camino
Tu intención y tu
hermosura.
Porque en el
peligro fuerte
de mirarte o
contemplarte
tu intención va a
disculparte,
Y tu hermosura a
dar muerte.
Dicen que son hecho
aceras
todas las de tu
nación,
pero tus hechizos
son
de más fuerzas y
más veras;
pues por llevar los
despojos
de todos cuantos te
ven,
haces, ¡oh niña!,
que estén
Tus hechizos en tus
ojos.
En sus fuerzas te
adelantas,
pues bailando nos
admiras,
y nos matas si nos
miras,
Y nos encantas si
cantas.
De cien mil modos
hechizas:
hables, calles,
cantes, mires;
o te acerques, o
retires,
El fuego de amor
atizas,
Sobre el más asentó
pecho
tienes mando y
señorío,
de lo que es
testigo el mío,
de tu imperio
satisfecho.
Preciosa joya de
amor,
esto humildemente
escribe
el que por ti muere
y vive,
Pobre, aunque
humilde amador.
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ESCENA 4:
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EFECTOS
(CORTINILLAS)
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PERSONAJE:
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GUIÓN:
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Narrador:
Doña Clara:
Escudero:
Preciosa:
Doña Clara:
La vieja:
Narrador:
Preciosa:
Señora vecina:
Escudero Contreras:
Doña Clara:
Doncella:
Preciosa:
Doncella:
Narrador:
Preciosa:
Narrador:
Teniente:
Doña Clara:
Teniente:
Doña Clara:
Preciosa:
Teniente:
Preciosa:
Teniente:
Preciosa:
La vieja:
Teniente:
Narrador:
Doncella:
Preciosa:
Narrador:
|
-apenas hubieron
entrado las gitanas, cuando entre las demás resplandeció Preciosa como la luz
de una antorcha entre otras luces menores. Y así, corrieron todas a ella:
unas la abrazaban, otras la miraban, éstas la bendecían, aquéllas la
alababan.
-¡Éste sí que se
puede decir cabello de oro! ¡Éstos sí que son ojos de esmeraldas!
-¿Sabeis decir la
buenaventura, niña?
-De tres o cuatro
maneras.
-¿Y eso más?,. Por
vida del tiniente, mi señor, que me la has de decir, niña de oro, y niña de
plata, y niña de perlas, y niña de carbuncos, y niña del cielo, que es lo más
que puedo decir.
-Denle, denle la
palma de la mano a la niña, y con qué haga la cruz, y verán qué de cosas les
dice; que sabe más que un doctor de melecina.
-Echó mano a la
faldriquera la señora tenienta, y halló que no tenía blanca. Pidió un cuarto
a sus criadas, y ninguna le tuvo.
-Todas las cruces,
en cuanto cruces, son buenas; pero las de plata o de oro son mejores; y el
señalar la cruz en la palma de la mano con moneda de cobre, sepan vuesas
mercedes que menoscaba la buenaventura, a lo menos la mía; y así, tengo
afición a hacer la cruz primera con algún escudo de oro, o con algún real de
a ocho, o, por lo menos, de a cuatro, que soy como los sacristanes: que
cuando hay buena ofrenda, se regocijan.
-Donaire tienes,
niña, por tu vida, vos, señor Contreras, ¿tendréis a mano algún real de a
cuatro? Dádmele, que, en viniendo el doctor, mi marido, os le volveré.
-Sí tengo
-respondió Contreras-, pero téngole empeñado en veinte y dos maravedís que
cené anoche. Dénmelos, que yo iré por él en volandas.
-No tenemos entre
todas un cuarto, ¿y pedís veinte y dos maravedís? Andad, Contreras, que
siempre fuistes impertinente.
-Niña, ¿hará algo
al caso que se haga la cruz con un dedal de plata?
se hacen las cruces
mejores del mundo con dedales de plata, como sean muchos.
-Si éste basta,
hele aquí, con condición que también se me ha de decir a mí la buenaventura.
-Tomó Preciosa el
dedal y la mano de la señora tenienta, y dijo:
-Hermosita, hermosita, la de las manos de plata, más te quiere tu
marido que el Rey de las Alpujarras. Eres paloma sin hiel, pero a veces eres
brava como leona de Orán, o como tigre de Ocaña. Pero en un tras, en un tris,
el enojo se te pasa, y quedas como alfinique, o como cordera mansa. Riñes
mucho y comes poco: algo celosita andas; que es juguetón el tiniente, y
quiere arrimar la vara. Cuando doncella, te quiso uno de una buena cara; que
mal hayan los terceros, que los gustos desbaratan. Si a dicha tú fueras
monja, hoy tu convento mandaras, porque tienes de abadesa más de
cuatrocientas rayas. No te lo quiero decir...; pero poco importa, vaya:
enviudarás, y otra vez, y otras dos, serás casada. No llores, señora mía; que
no siempre las gitanas decimos el Evangelio; no llores, señora, acaba. Como
te mueras primero que el señor tiniente, basta para remediar el daño de la
viudez que amenaza. Has de heredar, y muy presto, hacienda en mucha
abundancia; tendrás un hijo canónigo, la iglesia no se señala; de Toledo no
es posible. Una hija rubia y blanca tendrás, que si es religiosa, también
vendrá a ser perlada. Si tu esposo no se muere dentro de cuatro semanas,
verásle corregidor de Burgos o Salamanca. Un lunar tienes, ¡qué lindo! ¡Ay
Jesús, qué luna clara! ¡Qué sol, que allá en los antípodas escuros valles
aclara! Más de dos ciegos por verle dieran más de cuatro blancas. ¡Agora sí
es la risica! ¡Ay, que bien haya esa gracia! Guárdate de las caídas,
principalmente de espaldas, que suelen ser peligrosas en las principales
damas. Cosas hay más que decirte; si para el viernes me aguardas, las oirás,
que son de gusto, y algunas hay de desgracias.
Acabó su
buenaventura Preciosa, y con ella encendió el deseo de todas las
circunstantes en querer saber la suya; y así se lo rogaron todas, pero ella
las remitió para el viernes venidero, prometiéndole que tendrían reales de
plata para hacer las cruces. En esto vino el señor tiniente, a quien contaron
maravillas de la gitanilla; él las hizo bailar un poco, y confirmó por verdaderas
y bien dadas las alabanzas que a Preciosa habían dado; y, poniendo la mano en
la faldriquera, hizo señal de querer darle algo, y, habiéndola espulgado, y
sacudido, y rascado muchas veces, al cabo sacó la mano vacía y dijo:
-¡Por Dios, que no
tengo blanca! Dadle vos, doña Clara, un real a Preciosica, que yo os le daré
después.
-¡Bueno es eso,
señor, por cierto! ¡Sí, ahí está el real de manifiesto! No hemos tenido entre
todas nosotras un cuarto para hacer la señal de la cruz, ¿y quiere que
tengamos un real?
-Pues dadle alguna
valoncica vuestra, o alguna cosita; que otro día nos volverá a ver Preciosa,
y la regalaremos mejor.
-Pues, porque otra
vez venga, no quiero dar nada ahora a Preciosa.
-Antes, si no me
dan nada, nunca más volveré acá. Mas sí volveré, a servir a tan principales
señores, pero trairé tragado que no me han de dar nada, y ahorraréme la
fatiga del esperallo. Coheche vuesa merced, señor tiniente; coheche y tendrá
dineros, y no haga usos nuevos, que morirá de hambre. Mire, señora: por ahí
he oído decir (y, aunque moza, entiendo que no son buenos dichos) que de los
oficios se ha de sacar dineros para pagar las condenaciones de las
residencias y para pretender otros cargos.
-Así lo dicen y lo
hacen los desalmados, pero el juez que da buena residencia no tendrá que
pagar condenación alguna, y el haber usado bien su oficio será el valedor
para que le den otro.
-Habla vuesa merced
muy a lo santo, señor teniente,ándese a eso y cortarémosle de los harapos
para reliquias.
Mucho sabes, Preciosa,
Calla, que yo daré traza que sus Majestades te vean, porque eres pieza de
reyes.
-Querránme para
truhana, y yo no lo sabré ser, y todo irá perdido. Si me quisiesen para
discreta, aún llevarme hían, pero en algunos palacios más medran los truhanes
que los discretos. Yo me hallo bien con ser gitana y pobre, y corra la suerte
por donde el cielo quisiere.
-Ea, niña,no hables
más, que has hablado mucho, y sabes más de lo que yo te he enseñado. No te
asotiles tanto, que te despuntarás; habla de aquello que tus años permiten, y
no te metas en altanerías, que no hay ninguna que no amenace caída.
-¡El diablo tienen
estas gitanas en el cuerpo!
Despidiéronse las
gitanas, y, al irse, dijo la doncella del dedal
-Preciosa, dime la
buenaventura, o vuélveme mi dedal, que no me queda con qué hacer labor.
-Señora doncella,
haga cuenta que se la he dicho y provéase de otro dedal, o no haga vainillas
hasta el viernes, que yo volveré y le diré más venturas y aventuras que las
que tiene un libro de caballerías.
Fuéronse y
juntáronse con las muchas labradoras que a la hora de las avemarías suelen
salir de Madrid para volverse a sus aldeas; y entre otras vuelven muchas, con
quien siempre se acompañaban las gitanas, y volvían seguras; porque la gitana
vieja vivía en continuo temor no le salteasen a su Preciosa.
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ESCENA 5:
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EFECTOS
(CORTINILLAS
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PERSONAJE:
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GUIÓN:
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Narrador:
Andres:
Vieja:
Andres:
Narrador:
Preciosa:
La vieja:
Preciosa:
Narrador:
Preciosa:
Andres:
Preciosa:
La vieja:
Preciosa:
Narrador:
La vieja:
Preciosa:
La vieja:
Andres:
Narrador:
Paje:
Preciosa:
Paje:
Preciosa:
Paje:
Preciosa:
Paje:
Preciosa:
Paje:
Preciosa:
Paje:
Narrador:
Preciosa:
Paje:
Narrador:
Caballero de 50
años:
Narrador:
Caballero de 50
años:
Andres:
Preciosa:
Caballero de 50
años:
Preciosa:
Caballero de 50
años:
La vieja
Narrador:
Preciosa:
Andres:
Preciosa:
Narrador:
|
la mañana de un día
que volvían a Madrid a coger la garrama con las demás gitanillas, en un valle
pequeño que está obra de quinientos pasos antes que se llegue a la villa,
vieron un mancebo gallardo y ricamente aderezado de camino. La espada y daga
que traía eran, como decirse suele, una ascua de oro; sombrero con rico
cintillo y con plumas de diversas colores adornado. Repararon las gitanas en
viéndole, y pusiéronsele a mirar muy de espacio, admiradas de que a tales
horas un tan hermoso mancebo estuviese en tal lugar, a pie y solo. Él se
llegó a ellas.
-Por vida vuestra,
amiga, que me hagáis placer que vos y Preciosa me oyáis aquí aparte dos
palabras, que serán de vuestro provecho.
-Como no nos
desviemos mucho, ni nos tardemos mucho, sea en buen hora.
Yo vengo de manera
rendido a la discreción y belleza de Preciosa, que después de haberme hecho
mucha fuerza para escusar llegar a este punto, al cabo he quedado más rendido
y más imposibilitado de escusallo. Yo, señoras mías (que siempre os he de dar
este nombre, si el cielo mi pretensión favorece), soy caballero, como lo
puede mostrar este hábito, soy hijo de Fulano -que por buenos respectos aquí
no se declara su nombre-; estoy debajo de su tutela y amparo, soy hijo único,
y el que espera un razonable mayorazgo. Mi padre está aquí en la Corte
pretendiendo un cargo, y ya está consultado, y tiene casi ciertas esperanzas
de salir con él. Y, con ser de la calidad y nobleza que os he referido, y de
la que casi se os debe ya de ir trasluciendo, con todo eso, quisiera ser un
gran señor para levantar a mi grandeza la humildad de Preciosa, haciéndola mi
igual y mi señora. Yo no la pretendo para burlalla, ni en las veras del amor
que la tengo puede caber género de burla alguna; sólo quiero servirla del
modo que ella más gustare: su voluntad es la mía. Para con ella es de cera mi
alma, donde podrá imprimir lo que quisiere; y para conservarlo y guardarlo no
será como impreso en cera, sino como esculpido en mármoles, cuya dureza se
opone a la duración de los tiempos. Si creéis esta verdad, no admitirá ningún
desmayo mi esperanza; pero si no me creéis, siempre me tendrá temeroso
vuestra duda. Mi nombre es éste -y díjosele-; el de mi padre ya os le he
dicho. La casa donde vive es en tal calle, y tiene tales y tales señas; vecinos
tiene de quien podréis informaros, y aun de los que no son vecinos también,
que no es tan escura la calidad y el nombre de mi padre y el mío, que no le
sepan en los patios de palacio, y aun en toda la Corte. Cien escudos traigo
aquí en oro para daros en arra y señal de lo que pienso daros, porque no ha
de negar la hacienda el que da el alma.
En tanto que el
caballero esto decía, le estaba mirando Preciosa atentamente, y sin duda que
no le debieron de parecer mal ni sus razones ni su talle.
-Perdóneme, abuela,
de que me tomo licencia para responder a este tan enamorado señor.
-Responde lo que
quisieres, nieta, que yo sé que tienes discreción para todo.
-Yo, señor
caballero, aunque soy gitana pobre y humildemente nacida, tengo un cierto
espiritillo fantástico acá dentro, que a grandes cosas me lleva. A mí ni me
mueven promesas, ni me desmoronan dádivas, ni me inclinan sumisiones, ni me
espantan finezas enamoradas; y, aunque de quince años (que, según la cuenta
de mi abuela, para este San Miguel los haré), soy ya vieja en los
pensamientos y alcanzo más de aquello que mi edad promete, más por mi buen
natural que por la esperiencia. Pero, con lo uno o con lo otro, sé que las
pasiones amorosas en los recién enamorados son como ímpetus indiscretos que hacen
salir a la voluntad de sus quicios; la cual, atropellando inconvenientes,
desatinadamente se arroja tras su deseo, y, pensando dar con la gloria de sus
ojos, da con el infierno de sus pesadumbres. Si alcanza lo que desea, mengua
el deseo con la posesión de la cosa deseada, y quizá, abriéndose entonces los
ojos del entendimiento, se vee ser bien que se aborrezca lo que antes se
adoraba. Este temor engendra en mí un recato tal, que ningunas palabras creo
y de muchas obras dudo. Una sola joya tengo, que la estimo en más que a la
vida, que es la de mi entereza y virginidad, y no la tengo de vender a precio
de promesas ni dádivas, porque, en fin, será vendida, y si puede ser
comprada, será de muy poca estima; ni me la han de llevar trazas ni
embelecos: antes pienso irme con ella a la sepultura, y quizá al cielo, que
ponerla en peligro que quimeras y fantasías soñadas la embistan o manoseen.
Flor es la de la virginidad que, a ser posible, aun con la imaginación no
había de dejar ofenderse. Cortada la rosa del rosal, ¡con qué brevedad y
facilidad se marchita! Éste la toca, aquél la huele, el otro la deshoja, y,
finalmente, entre las manos rústicas se deshace. Si vos, señor, por sola esta
prenda venís, no la habéis de llevar sino atada con las ligaduras y lazos del
matrimonio; que si la virginidad se ha de inclinar, ha de ser a este santo
yugo, que entonces no sería perderla, sino emplearla en ferias que felices
ganancias prometen. Si quisiéredes ser mi esposo, yo lo seré vuestra, pero
han de preceder muchas condiciones y averiguaciones primero. Primero tengo de
saber si sois el que decís; luego, hallando esta verdad, habéis de dejar la
casa de vuestros padres y la habéis de trocar con nuestros ranchos; y,
tomando el traje de gitano, habéis de cursar dos años en nuestras escuelas,
en el cual tiempo me satisfaré yo de vuestra condición, y vos de la mía; al
cabo del cual, si vos os contentáredes de mí, y yo de vos, me entregaré por
vuestra esposa; pero hasta entonces tengo de ser vuestra hermana en el trato,
y vuestra humilde en serviros. Y habéis de considerar que en el tiempo deste
noviciado podría ser que cobrásedes la vista, que ahora debéis de tener
perdida, o, por lo menos, turbada, y viésedes que os convenía huir de lo que
ahora seguís con tanto ahínco. Y, cobrando la libertad perdida, con un buen
arrepentimiento se perdona cualquier culpa. Si con estas condiciones queréis
entrar a ser soldado de nuestra milicia, en vuestra mano está, pues, faltando
alguna dellas, no habéis de tocar un dedo de la mía.
Pasmóse el mozo a
las razones de Preciosa, y púsose como embelesado, mirando al suelo, dando
muestras que consideraba lo que responder debía.
-No es este caso de
tan poco momento, que en los que aquí nos ofrece el tiempo pueda ni deba
resolverse. Volveos, señor, a la villa, y considerad de espacio lo que
viéredes que más os convenga, y en este mismo lugar me podéis hablar todas
las fiestas que quisiéredes, al ir o venir de Madrid.
-Cuando el cielo me
dispuso para quererte, Preciosa mía, determiné de hacer por ti cuanto tu
voluntad acertase a pedirme, aunque nunca cupo en mi pensamiento que me
habías de pedir lo que me pides; pero, pues es tu gusto que el mío al tuyo se
ajuste y acomode, cuéntame por gitano desde luego, y haz de mí todas las
esperiencias que más quisieres; que siempre me has de hallar el mismo que
ahora te significo. Mira cuándo quieres que mude el traje, que yo querría que
fuese luego; que, con ocasión de ir a Flandes, engañaré a mis padres y sacaré
dineros para gastar algunos días, y serán hasta ocho los que podré tardar en
acomodar mi partida. A los que fueren conmigo yo los sabré engañar de modo
que salga con mi determinación. Lo que te pido es (si es que ya puedo tener
atrevimiento de pedirte y suplicarte algo) que, si no es hoy, donde te puedes
informar de mi calidad y de la de mis padres, que no vayas más a Madrid;
porque no querría que algunas de las demasiadas ocasiones que allí pueden
ofrecerse me saltease la buena ventura que tanto me cuesta.
-Eso no, señor
galán, sepa que conmigo ha de andar siempre la libertad desenfadada, sin que
la ahogue ni turbe la pesadumbre de los celos; y entienda que no la tomaré
tan demasiada, que no se eche de ver desde bien lejos que llega mi honestidad
a mi desenvoltura; y en el primero cargo en que quiero estaros es en el de la
confianza que habéis de hacer de mí. Y mirad que los amantes que entran
pidiendo celos, o son simples o confiados.
-Satanás tienes en
tu pecho, muchacha, ¡mira que dices cosas que no las diría un colegial de
Salamanca! Tú sabes de amor, tú sabes de celos, tú de confianzas: ¿cómo es
esto?, que me tienes loca, y te estoy escuchando como a una persona
espiritada, que habla latín sin saberlo.
-Calle, abuela, y
sepa que todas las cosas que me oye son nonada, y son de burlas, para las
muchas que de más veras me quedan en el pecho.
Fina lmente,
quedaron en que de allí a ocho días se verían en aquel mismo lugar, donde él
vendría a dar cuenta del término en que sus negocios estaban, y ellas habrían
tenido tiempo de informarse de la verdad que les había dicho. Sacó el mozo
una bolsilla de brocado, donde dijo que iban cien escudos de oro, y dióselos
a la vieja; pero no quería Preciosa que los tomase en ninguna manera.
Calla, niña, que la
mejor señal que este señor ha dado de estar rendido es haber entregado las
armas en señal de rendimiento; y el dar, en cualquiera ocasión que sea,
siempre fue indicio de generoso pecho. Y acuérdate de aquel refrán que dice:
"Al cielo rogando, y con el mazo dando". Y más, que no quiero yo
que por mí pierdan las gitanas el nombre que por luengos siglos tienen
adquerido de codiciosas y aprovechadas. ¿Cien escudos quieres tú que deseche,
Preciosa, y de oro en oro, que pueden andar cosidos en el alforza de una saya
que no valga dos reales, y tenerlos allí como quien tiene un juro sobre las
yerbas de Estremadura?
-Por vida suya,
abuela, que no diga más; que lleva término de alegar tantas leyes, en favor
de quedarse con el dinero, que agote las de los emperadores: quédese con
ellos, y buen provecho le hagan, y plega a Dios que los entierre en sepultura
donde jamás tornen a ver la claridad del sol, ni haya necesidad que la vean.
A estas nuestras compañeras será forzoso darles algo, que ha mucho que nos
esperan, y ya deben de estar enfadadas.
-Así verán ellas,
moneda déstas, como veen al Turco agora. Este buen señor verá si le ha
quedado alguna moneda de plata, o cuartos, y los repartirá entre ellas, que
con poco quedarán contentas.
-Sí traigo.
Y sacó de la
faldriquera tres reales de a ocho, que repartió entre las tres gitanillas,
con que quedaron más alegres y más satisfechas que suele quedar un autor de
comedias cuando, en competencia de otro, le suelen retular por la esquinas:
"Víctor, Víctor". En resolución, concertaron, como se ha dicho, la
venida de allí a ocho días, y que se había de llamar, cuando fuese gitano,
Andrés Caballero; porque también había gitanos entre ellos deste apellido.No
tuvo atrevimiento Andrés (que así le llamaremos de aquí adelante) de abrazar
a Preciosa; antes, enviándole con la vista el alma, sin ella, si así decirse
puede, las dejó y se entró en Madrid; y ellas, contentísimas, hicieron lo
mismo. Preciosa, algo aficionada, más con benevolencia que con amor, de la
gallarda disposición de Andrés, ya deseaba informarse si era el que había
dicho. Entró en Madrid, y, a pocas calles andadas, encontró con el paje poeta
de las coplas y el escudo; y cuando él la vio, se llegó a ella.
-Vengas en buen
hora, Preciosa: ¿leíste por ventura las coplas que te di el otro día?
-Primero que le
responda palabra, me ha de decir una verdad, por vida de lo que más quiere.
-Conjuro es
ése,que, aunque el decirla me costase la vida, no la negaré en ninguna
manera.
-Pues la verdad que
quiero que me diga, es si por ventura es poeta.
-A serlo,
forzosamente había de ser por ventura. Pero has de saber, Preciosa, que ese
nombre de poeta muy pocos le merecen; y así, yo no lo soy, sino un aficionado
a la poesía. Y para lo que he menester, no voy a pedir ni a buscar versos
ajenos: los que te di son míos, y éstos que te doy agora también; mas no por
esto soy poeta, ni Dios lo quiera.
-¿Tan malo es ser
poeta?
-No es malo,pero el
ser poeta a solas no lo tengo por muy bueno. Hase de usar de la poesía como
de una joya preciosísima, cuyo dueño no la trae cada día, ni la muestra a
todas gentes, ni a cada paso, sino cuando convenga y sea razón que la
muestre. La poesía es una bellísima doncella, casta, honesta, discreta,
aguda, retirada, y que se contiene en los límites de la discreción más alta.
Es amiga de la soledad, las fuentes la entretienen, los prados la consuelan,
los árboles la desenojan, las flores la alegran, y, finalmente, deleita y
enseña a cuantos con ella comunican.
-He oído decir que
es pobrísima y que tiene algo de mendiga.
-Antes es al revés,
porque no hay poeta que no sea rico, pues todos viven contentos con su
estado: filosofía que la alcanzan pocos. Pero, ¿qué te ha movido, Preciosa, a
hacer esta pregunta?
-Hame movido,
porque, como yo tengo a todos o los más poetas por pobres, causóme maravilla
aquel escudo de oro que me distes entre vuestros versos envuelto; mas agora
que sé que no sois poeta, sino aficionado de la poesía, podría ser que
fuésedes rico, aunque lo dudo, a causa que por aquella parte que os toca de
hacer coplas se ha de desaguar cuanta hacienda tuviéredes; que no hay poeta,
según dicen, que sepa conservar la hacienda que tiene ni granjear la que no
tiene.
-Pues yo no soy
désos, versos hago, y no soy rico ni pobre; y sin sentirlo ni descontarlo,
como hacen los ginoveses sus convites, bien puedo dar un escudo, y dos, a
quien yo quisiere. Tomad, preciosa perla, este segundo papel y este escudo
segundo que va en él, sin que os pongáis a pensar si soy poeta o no; sólo
quiero que penséis y creáis que quien os da esto quisiera tener para daros
las riquezas de Midas.
Y, en esto, le dio
un papel; y, tentándole Preciosa, halló que dentro venía el escudo.
-Este papel ha de
vivir muchos años, porque trae dos almas consigo: una, la del escudo, y otra,
la de los versos, que siempre vienen llenos de almas y corazones. Pero sepa
el señor paje que no quiero tantas almas conmigo, y si no saca la una, no
haya miedo que reciba la otra; por poeta le quiero, y no por dadivoso, y
desta manera tendremos amistad que dure; pues más aína puede faltar un
escudo, por fuerte que sea, que la hechura de un romance.
-Pues así es, que
quieres, Preciosa, que yo sea pobre por fuerza, no deseches el alma que en
ese papel te envío, y vuélveme el escudo; que, como le toques con la mano, le
tendré por reliquia mientras la vida me durare.
Sacó Preciosa el
escudo del papel, y quedóse con el papel, y no le quiso leer en la calle. El
paje se despidió, y se fue contentísimo, creyendo que ya Preciosa quedaba
rendida, pues con tanta afabilidad le había hablado.Y, como ella llevaba
puesta la mira en buscar la casa del padre de Andrés, sin querer detenerse a
bailar en ninguna parte, en poco espacio se puso en la calle do estaba, que
ella muy bien sabía; y, habiendo andado hasta la mitad, alzó los ojos a unos
balcones de hierro dorados, que le habían dado por señas, y vio en ella a un
caballero de hasta edad de cincuenta años, con un hábito de cruz colorada en
los pechos, de venerable gravedad y presencia; el cual, apenas también hubo
visto la gitanilla, cuando dijo:
-Subid, niñas, que
aquí os darán limosna.
A esta voz
acudieron al balcón otros tres caballeros, y entre ellos vino el enamorado
Andrés, que, cuando vio a Preciosa, perdió la color y estuvo a punto de
perder los sentidos: tanto fue el sobresalto que recibió con su vista.
Subieron las gitanillas todas, sino la grande, que se quedó abajo para
informarse de los criados de las verdades de Andrés.
-Ésta debe de ser,
sin duda, la gitanilla hermosa que dicen que anda por Madrid.
-Ella es,y sin duda
es la más hermosa criatura que se ha visto.
-Así lo dicen, pero
en verdad que se deben de engañar en la mitad del justo precio. Bonita, bien
creo que lo soy; pero tan hermosa como dicen, ni por pienso.
-¡Por vida de don
Juanico, mi hijo que aún sois más hermosa de lo que dicen, linda gitana!
-Y ¿quién es don
Juanico, su hijo?
-Ese galán que está
a vuestro lado.
-Nieta, acaba, que
es tarde y hay mucho que hacer y más que decir.
Despidiéronse las
gitanas, y, al irse, dijo Preciosa a don Juan:
Mire, señor,
cualquiera día desta semana es próspero para partidas, y ninguno es aciago;
apresure el irse lo más presto que pudiere, que le aguarda una vida ancha,
libre y muy gustosa, si quiere acomodarse a ella.
-No es tan libre la
del soldado, a mi parecer, que no tenga más de sujeción que de libertad;
pero, con todo esto, haré como viere.
-Más veréis de lo
que pensáis,y Dios os lleve y traiga con bien, como vuestra buena presencia
merece.
Con estas últimas
palabras quedó contento Andrés, y las gitanas se fueron contentísimas.
|
ESCENA 6
|
||
EFECTOS
(CORTINILLAS)
|
PERSONAJES:
|
GUIÓN:
|
trote de caballo.
Sonido de fiesta:
|
Narrador:
Gitano x:
Andres:
Gitano x:
Andres:
Gitano X
Andres:
Narrador:
|
Llegóse, en fin, el
día que Andrés Caballero se apareció una mañana en el primer lugar de su
aparecimiento, sobre una mula de alquiler, sin criado alguno.Halló en él a
Preciosa y a su abuela, de las cuales conocido, le recibieron con mucho
gusto. Él les dijo que le guiasen al rancho antes que entrase el día y con él
se descubriesen las señas que llevaba, si acaso le buscasen. Ellas, que, como
advertidas, vinieron solas, dieron la vuelta, y de allí a poco rato llegaron
a sus barracas.Entró Andrés en la una, que era la mayor del rancho, y luego
acudieron a verle diez o doce gitanos, todos mozos y todos gallardos y bien
hechos, a quien ya la vieja había dado cuenta del nuevo compañero que les
había de venir, sin tener necesidad de encomendarles el secreto; que, como ya
se ha dicho, ellos le guardan con sagacidad y puntualidad nunca vista.
Echaron luego ojo a la mula.
-Ésta se podrá
vender el jueves en Toledo.
-Eso no, porque no
hay mula de alquiler que no sea conocida de todos los mozos de mulas que
trajinan por España.
-Par Dios, señor
Andrés, que, aunque la mula tuviera más señales que las que han de preceder
al día tremendo, aquí la transformáramos de manera que no la conociera la
madre que la parió ni el dueño que la ha criado.
Por esta vez se ha
de seguir y tomar el parecer mío. A esta mula se ha de dar muerte, y ha de
ser enterrada donde aun los huesos no parezcan.
-¡Pecado grande! :
¿a una inocente se ha de quitar la vida? No diga tal el buen Andrés, sino
haga una cosa: mírela bien agora, de manera que se le queden estampadas todas
sus señales en la memoria, y déjenmela llevar a mí; y si de aquí a dos horas
la conociere, que me lardeen como a un negro fugitivo.
En ninguna manera
consentiré,que la mula no muera, aunque más me aseguren su transformación. Yo
temo ser descubierto si a ella no la cubre la tierra. Y, si se hace por el
provecho que de venderla puede seguirse, no vengo tan desnudo a esta
cofradía, que no pueda pagar de entrada más de lo que valen cuatro mulas.
Dilatóse su muerte
hasta la noche, y en lo que quedaba de aquel día se hicieron las ceremonias
de la entrada de Andrés a ser gitano, que fueron: desembarazaron luego un
rancho de los mejores del aduar, y adornáronle de ramos y juncia; y,
sentándose Andrés sobre un medio alcornoque, pusiéronle en las manos un
martillo y unas tenazas, y, al son de dos guitarras que dos gitanos tañían,
le hicieron dar dos cabriolas; luego le desnudaron un brazo, y con una cinta
de seda nueva y un garrote le dieron dos vueltas blandamente.
|
ESCENA 7
|
||
EFECTOS
(CORTINILLAS)
|
PERSONAJE
|
GUIÓN
|
Perros ladrando
5 seg
Música de
relajación “natural noche de luna”
3 seg.
Música de
suspenso
5 seg.
|
Narrador:
Gitano:
Paje:
Andrés:
Narrador:
Preciosa:
Andrés:
Preciosa:
Andrés:
|
Sucedió, pues, que
teniendo el aduar entre unas encinas, algo apartado del camino real, oyeron
una noche casi a la mitad della, ladrar, sus perros con mucho ahínco.
Salieron algunos gitanos y con ellos Andrés, a ver a quién ladraban y vieron
que se defendían dellos un hombre vestido de blanco, a quién tenían dos
perros asido de una pierna.
¿Quién diablos os
trajo aquí, hombre a tales horas y tan fuera de camino? ¿Venis a hurtar por
ventura? Porque en verdad que habéis llegado a un buen puerto.
No vengo a hurtar
¿está por aquí alguna venta o lugar donde pueda recogerme esta noche y
curarme las heridas que vuestros perros han hecho?
No hay lugar ni venta
donde podamos encaminaros; más para curar vuestras heridas alegraros esta
noche no os faltará comodidad en nuestros ranchos: venios con nosotros; que,
aunque somos gitanos, no lo parecemos en la caridad.
Llegose a él Andrés
y otro gitano caritativo y entre los dos lo llevaron. Llegaron al toldo de
Andrés y con presteza encendieron lumbre y luz y acudió, luego la abuela de
Preciosa a curar al herido. Apenas se apartaron de él cuando Preciosa
llamó a Andrés a parte.
¿Acuerdaste,
Andrés, de un papel que se me cayo en tu casa cuando bailaba con mis
compañeras, que, según creo, te dio un mal rato?
Si, acuerdo y era
un soneto en tu alabanza y no malo
Pues has de saber,
Andrés, que el que hizo aquel soneto es ese mozo mordido que dejamos en la
choza.
¿Qué puedes
imaginar, Preciosa? Ninguna otra cosa sino que la misma que a mi me ha hecho
gitano, le ha hecho a él parecer molinero y venir a buscarte.
|
Preciosa:
Narrador:
Andrés:
Paje:
|
¡Válame Dios,
Andrés y cuán delicado andas, pues con tanta facilidad te ha penetrado con
tanta facilidad te ha penetrado el alma la dura espada de los celos!
Con esto Andrés se
fue. No podía creer sino que aquel paje había venido allí atraído de la
hermosura de Preciosa. Y Andrés se quedó esperando el día para tomar
confesión al herido. (...)
Yo no quiero saber
quién sois, cómo os llamáis o adonde vais. Yo imagino una cosa: Enamorado de
Preciosa, aquella hermosa gitanica, a quien les hicistes los versos, habéis venido
a buscarla.
No os confundais,
Andrés.Yo estaba en Madrid. En una casa de un título a quien servía no como a
señor, sino como a pariente. El y yo hemos huído por razones largas. Pero
heme aquí sin intención alguna sobre preciosa.
|
ESCENA 8
|
||
EFECTOS
(CORTINILLAS)
|
PERSONAJE
|
GUIÓN
|
Música de fondo
“relajación”
7 seg.
Música de
suspenso
7 seg
|
Narrador:
Carducha:
Andrés:
Narrador:
Carducha:
|
Pasado tiempo; una
mañana se levantó el aduar y se fueron a alojar en un lugar de la jurisdición
de Murcia, tres leguas de la ciudad, donde le sucedió a Andrés una desgracia
que le puso en punto de perder la vida. Se alojaron en un mesón de una viuda
rica, la cual tenía una hija de edad de diez y siete o diez y ocho años, algo
más desenvuelta que hermosa; y, por más señas, se llamaba Juana Carducha.
Ésta, habiendo visto bailar a las gitanas y gitanos, la tomó el diablo, y se
enamoró de Andrés tan fuertemente que propuso de decírselo y tomarle por
marido.
Andrés, yo
soy doncella y rica; que mi madre no tiene otro hijo sino a mí, y este mesón
es suyo. Hasme parecido bien: si me quieres por esposa, a ti está; respóndeme
presto, y si eres discreto, quédate y verás qué vida nos damos.
Señora doncella, yo
estoy apalabrado para casarme, y los gitanos no nos casamos sino con gitanas;
guárdela Dios por la merced que me quería hacer, de quien yo no soy digno.
La Carducha, que
vio que en irse Andrés se le iba la mitad de su alma, y que no le quedaba
tiempo para solicitar el cumplimiento de sus deseos, ordenó de hacer quedar a
Andrés por fuerza, ya que de grado no podía. Y así, con la industria,
sagacidad y secreto que su mal intento le enseñó, puso entre las alhajas de
Andrés, que ella conoció por suyas, unos ricos corales y dos patenas de
plata.
¿No sospeché yo
bien? ¡Mirad con qué buena cara se encubre un ladrón tan grande!
|
ESCENA 9
|
||
EFECTOS
(CORTINILLAS)
|
PERSONAJE
|
GUIÓN
|
Música de intriga
"Mars" by Nick Ingman
10 seg.
Yo Yo Ma - Bach Six Cello Suites
5 seg
|
Narrador:
Sobrino del
alcalde:
Narrador:
Narrador:
|
El alcalde, que
estaba presente, comenzó a decir mil injurias a Andrés y a todos los gitanos,
llamándolos de públicos ladrones y salteadores de caminos. A todo callaba
Andrés, suspenso e imaginativo, y no acababa de caer en la traición de la
Carducha. En esto se llegó a él un soldado bizarro, sobrino del alcalde.
-¿No veis cuál se
ha quedado el gitanico podrido de hurtar? Apostaré yo que hace melindres y
que niega el hurto, con habérsele cogido en las manos; que bien haya quien no
os echa en galeras a todos. A fe de soldado, que estoy por darle una
bofetada que le derribe a mis pies.
Y, diciendo esto,
sin más ni más, alzó la mano y le dio un bofetón, que le hizo acordar que no
era Andrés Caballero, sino don Juan, y caballero; y, arremetiendo al soldado
con mucha presteza y más cólera, le arrancó su misma espada de la vaina y se
la envainó en el cuerpo, dando con él muerto en tierra.
Bien quisiera el
alcalde ahorcarle luego, si estuviera en su mano, pero hubo de remitirle a
Murcia, por ser de su jurisdición. No le llevaron hasta otro día, y en el que
allí estuvo, pasó Andrés muchos martirios y vituperios que el indignado
alcalde y sus ministros y todos los del lugar le hicieron.
|
ESCENA 7
|
||
EFECTOS
(CORTINILLAS)
|
PERSONAJE
|
GUIÓN
|
Perros ladrando
5 seg
Música de
relajación “natural noche de luna”
3 seg.
Música de
suspenso
5 seg.
|
Narrador:
Gitano:
Paje:
Andrés:
Narrador:
Preciosa:
Andrés:
Preciosa:
Andrés:
|
Sucedió, pues, que
teniendo el aduar entre unas encinas, algo apartado del camino real, oyeron
una noche casi a la mitad della, ladrar, sus perros con mucho ahínco.
Salieron algunos gitanos y con ellos Andrés, a ver a quién ladraban y vieron
que se defendían dellos un hombre vestido de blanco, a quién tenían dos
perros asido de una pierna.
¿Quién diablos os
trajo aquí, hombre a tales horas y tan fuera de camino? ¿Venis a hurtar por
ventura? Porque en verdad que habéis llegado a un buen puerto.
No vengo a hurtar
¿está por aquí alguna venta o lugar donde pueda recogerme esta noche y
curarme las heridas que vuestros perros han hecho?
No hay lugar ni
venta donde podamos encaminaros; más para curar vuestras heridas alegraros
esta noche no os faltará comodidad en nuestros ranchos: venios con nosotros;
que, aunque somos gitanos, no lo parecemos en la caridad.
Llegose a él Andrés
y otro gitano caritativo y entre los dos lo llevaron. Llegaron al toldo de
Andrés y con presteza encendieron lumbre y luz y acudió, luego la abuela de
Preciosa a curar al herido. Apenas se apartaron de él cuando Preciosa
llamó a Andrés a parte.
¿Acuerdaste,
Andrés, de un papel que se me cayo en tu casa cuando bailaba con mis
compañeras, que, según creo, te dio un mal rato?
Si, acuerdo y era
un soneto en tu alabanza y no malo
Pues has de saber,
Andrés, que el que hizo aquel soneto es ese mozo mordido que dejamos en la
choza.
¿Qué puedes
imaginar, Preciosa? Ninguna otra cosa sino que la misma que a mi me ha hecho
gitano, le ha hecho a él parecer molinero y venir a buscarte.
|
Preciosa:
Narrador:
Andrés:
Paje:
|
¡Válame Dios,
Andrés y cuán delicado andas, pues con tanta facilidad te ha penetrado con
tanta facilidad te ha penetrado el alma la dura espada de los celos!
Con esto Andrés se
fue. No podía creer sino que aquel paje había venido allí atraído de la
hermosura de Preciosa. Y Andrés se quedó esperando el día para tomar
confesión al herido. (...)
Yo no quiero saber
quién sois, cómo os llamáis o adonde vais. Yo imagino una cosa: Enamorado de
Preciosa, aquella hermosa gitanica, a quien les hicistes los versos, habéis
venido a buscarla.
No os confundais,
Andrés.Yo estaba en Madrid. En una casa de un título a quien servía no como a
señor, sino como a pariente. El y yo hemos huído por razones largas. Pero
heme aquí sin intención alguna sobre preciosa.
|
ESCENA 8
|
||
EFECTOS
(CORTINILLAS)
|
PERSONAJE
|
GUIÓN
|
Música de fondo
“relajación”
7 seg.
Música de
suspenso
7 seg
|
Narrador:
Carducha:
Andrés:
Narrador:
Carducha:
|
Pasado tiempo; una
mañana se levantó el aduar y se fueron a alojar en un lugar de la jurisdición
de Murcia, tres leguas de la ciudad, donde le sucedió a Andrés una desgracia
que le puso en punto de perder la vida. Se alojaron en un mesón de una viuda
rica, la cual tenía una hija de edad de diez y siete o diez y ocho años, algo
más desenvuelta que hermosa; y, por más señas, se llamaba Juana Carducha.
Ésta, habiendo visto bailar a las gitanas y gitanos, la tomó el diablo, y se
enamoró de Andrés tan fuertemente que propuso de decírselo y tomarle por
marido.
Andrés, yo
soy doncella y rica; que mi madre no tiene otro hijo sino a mí, y este mesón
es suyo. Hasme parecido bien: si me quieres por esposa, a ti está; respóndeme
presto, y si eres discreto, quédate y verás qué vida nos damos.
Señora doncella, yo
estoy apalabrado para casarme, y los gitanos no nos casamos sino con gitanas;
guárdela Dios por la merced que me quería hacer, de quien yo no soy digno.
La Carducha, que
vio que en irse Andrés se le iba la mitad de su alma, y que no le quedaba
tiempo para solicitar el cumplimiento de sus deseos, ordenó de hacer quedar a
Andrés por fuerza, ya que de grado no podía. Y así, con la industria,
sagacidad y secreto que su mal intento le enseñó, puso entre las alhajas de
Andrés, que ella conoció por suyas, unos ricos corales y dos patenas de
plata.
¿No sospeché yo
bien? ¡Mirad con qué buena cara se encubre un ladrón tan grande!
|
ESCENA 9
|
||
EFECTOS
(CORTINILLAS)
|
PERSONAJE
|
GUIÓN
|
Música de intriga
"Mars" by Nick Ingman
10 seg.
Yo Yo Ma - Bach Six Cello Suites
5 seg
|
Narrador:
Sobrino del
alcalde:
Narrador:
Narrador:
|
El alcalde, que
estaba presente, comenzó a decir mil injurias a Andrés y a todos los gitanos,
llamándolos de públicos ladrones y salteadores de caminos. A todo callaba
Andrés, suspenso e imaginativo, y no acababa de caer en la traición de la
Carducha. En esto se llegó a él un soldado bizarro, sobrino del alcalde.
-¿No veis cuál se
ha quedado el gitanico podrido de hurtar? Apostaré yo que hace melindres y
que niega el hurto, con habérsele cogido en las manos; que bien haya quien no
os echa en galeras a todos. A fe de soldado, que estoy por darle una
bofetada que le derribe a mis pies.
Y, diciendo esto,
sin más ni más, alzó la mano y le dio un bofetón, que le hizo acordar que no
era Andrés Caballero, sino don Juan, y caballero; y, arremetiendo al soldado
con mucha presteza y más cólera, le arrancó su misma espada de la vaina y se
la envainó en el cuerpo, dando con él muerto en tierra.
Bien quisiera el
alcalde ahorcarle luego, si estuviera en su mano, pero hubo de remitirle a
Murcia, por ser de su jurisdición. No le llevaron hasta otro día, y en el que
allí estuvo, pasó Andrés muchos martirios y vituperios que el indignado
alcalde y sus ministros y todos los del lugar le hicieron.
|
ESCENA 10
|
||
EFECTOS
(CORTINILLAS)
|
PERSONAJE
|
GUIÓN
|
Música emotiva
10 seg
Música nostálgica
10 seg
|
Narrador:
Preciosa:
Viejas:
Corregidora:
Vieja:
Corregidora:
|
Finalmente, con la
sumaria del caso y con una gran cáfila de gitanos, entraron el alcalde y sus
ministros con otra mucha gente armada en Murcia, entre los cuales iba
Preciosa, y el pobre Andrés, ceñido de cadenas, sobre un macho y con esposas
y piedeamigo. Salió toda Murcia a ver los presos, que ya se tenía noticia de
la muerte del soldado. Pero la hermosura de Preciosa aquel día fue tanta, que
ninguno la miraba que no la bendecía, y llegó la nueva de su belleza a los
oídos de la señora corregidora, que por curiosidad de verla hizo que el
corregidor, su marido, mandase que aquella gitanica no entrase en la cárcel,
y todos los demás sí. Y a Andrés le pusieron en un estrecho calabozo, cuya
escuridad, y la falta de la luz de Preciosa, le trataron de manera que bien
pensó no salir de allí sino para la sepultura.
Señora mía, el
gitano que está preso no tiene culpa, porque fue provocado: llamáronle
ladrón, y no lo es; diéronle un bofetón en su rostro, que es tal que en él se
descubre la bondad de su ánimo.
En tanto que esto
pasaba, estaba la gitana vieja considerando grandes, muchas y diversas cosas;
y, al cabo de toda esta suspensión y imaginación, dijo: -Espérenme vuesas
mercedes, señores míos, un poco, que yo haré que estos llantos se conviertan
en risa, aunque a mí me cueste la vida.
Si las buenas
nuevas que os quiero dar, señores, no merecieren alcanzar en albricias el
perdón de un gran pecado mío, aquí estoy para recebir el castigo que
quisiéredes darme; pero antes que le confiese quiero que me digáis, señores,
primero, si conocéis estas joyas.
Estos son adornos
de alguna pequeña criatura
Así es la verdad y
de qué criatura sean lo dice ese escrito que está en ese papel doblado.
Llamábase la niña
doña Constanza de Azevedo y de Meneses; su madre, doña Guiomar de Meneses, y
su padre, don Fernando de Azevedo, caballero del hábito de Calatrava.
Desparecíla día de la Ascensión del Señor, a las ocho de la mañana, del año
de mil y quinientos y noventa y cinco. Traía la niña puestos estos brincos
que en este cofre están guardados.
Oyendo esto la
turbada señora, soltó los chapines, y desalada y corriendo salió a la sala
adonde había dejado a Preciosa, y hallóla rodeada de sus doncellas y criadas,
todavía llorando. Arremetió a ella, y, sin decirle nada, con gran priesa le
desabrochó el pecho y miró si tenía debajo de la teta izquierda una señal
pequeña, a modo de lunar blanco, con que había nacido, y hallóle ya grande,
que con el tiempo se había dilatado.
|
ESCENA 11
|
||
EFECTOS
(CORTINILLAS)
|
PERSONAJE
|
GUIÓN
|
Música emotiva
15 seg.
|
Narrador:
Corregidor:
Narrador:
|
Aprovechandose
Preciosa de las buenas nuevas, pidió la liberación de su amado, Andrés. A lo
que acude en seguida el corregidor.
Por ese buen ánimo
que habéis mostrado, señor don Juan de Cárcamo, a su tiempo haré que Preciosa
sea vuestra legítima consorte, y agora os la doy y entrego en esperanza por
la más rica joya de mi casa, y de mi vida; y de mi alma; y estimadla en lo
que decís, porque en ella os doy a doña Costanza de Meneses, mi única hija,
la cual, si os iguala en el amor, no os desdice nada en el linaje.
Atónito quedó
Andrés viendo el amor que le mostraban, y en breves razones doña Guiomar
contó la pérdida de su hija y su hallazgo, con las certísimas señas que la
gitana vieja había dado de su hurto; con que acabó don Juan de quedar atónito
y suspenso, pero alegre sobre todo encarecimiento. Abrazó a sus suegros,
llamólos padre[s] y señores suyos, besó las manos a Preciosa, que con
lágrimas le pedía las suyas.
Llegaron las nuevas
a la Corte del caso y casamiento de la gitanilla; supo don Francisco de
Cárcamo ser su hijo el gitano y ser la Preciosa la gitanilla que él había
visto, cuya hermosura disculpó con él la liviandad de su hijo, que ya le
tenía por perdido, por saber que no había ido a Flandes; y más, porque vio
cuán bien le estaba el casarse con hija de tan gran caballero y tan rico como
era don Fernando de Azevedo. Dio priesa a su partida, por llegar presto a ver
a sus hijos, y dentro de veinte días ya estaba en Murcia, con cuya llegada se
renovaron los gustos, se hicieron las bodas, se contaron las vidas, y los
poetas de la ciudad, que hay algunos, y muy buenos, tomaron a cargo celebrar
el estraño caso, juntamente con la sin igual belleza de la gitanilla. Y de
tal manera escribió el famoso licenciado Pozo, que en sus versos durará la
fama de la Preciosa mientras los siglos duraren.
|
Guión De Radionovela.: El Celoso Extremeño.
Efectos
|
Parlamentos
|
1.(sonido de viento moderado 5
seg)
(sonido de selva 6 seg)
(efecto gente
de las Indias hablando 3 seg)
|
Carrizales: Oh que desgracia la mía mi riqueza
se ha ido sólo puedo recurrir a aquel lugar a parar en las Indias; refugio y
amparo de los desesperados de España, iglesia de los alzados, salvoconducto
de los homicidas, pala y cubierta de los jugadores, añagaza general de
mujeres libres, engaño común de muchos y remedio particular de otros.
|
2.(sonido de la costa 6 seg)
|
Carrizales: He regresado a Sevilla con las
riquezas que he juntado en las Indias aunque los años no han pasado en vano.
|
3.(efecto de pájaros seg 3)
|
Carrizales: Aquella niña procede de una
familia pobre es bella ya que es una
niña será fácil educarla a mi antojo y no se revelara contra mí y de todos modos no estoy tan
viejo para no dejar un heredero.
|
4.(efecto de pasos 5 seg)
|
Carrizales: Señores de la joven vengo a
pediros la mano de vuestra hija soy un reconocido español y lleno de riquezas
pagaré 20,000 ducados por su mano.
Padres de Leonora: señor le pedios tiempo para aseguradnos
de que es cierto todo lo que vos decid.
|
5.(efecto de construcción 5 seg)
(efectos de paso sobre mármol 4 seg) |
Carrizales: Mi quered que esta hacienda tenga
una casapuerta con un torno para un intermediario además de que todas se
habrán con una llave maestra , que la visibilidad al exterior sea sólo el
cielo; con la decoración de la más alta clase he de comprar esclavas para mi
esposa.
Capataz: Así será señor. |
6.(efecto de pasos 5 seg)
(Efecto de pájaros 3 seg) (efecto de pasos 5 seg) |
Loaysa: Qué casa tan resguardada, ¿que es
lo que habrá detrás de estos muros tan altos? yo estoy dispuesto a
averiguarlo.
|
7.(efecto de pasos 4 seg)
( balada de música siglo XVII 10 seg) (efectos de pasos 4 seg) |
Loaysa: He de vestirme de pobre tullido y
cantaré en frente de la puerta para que Luis asombrado con mis melodías y
quisiese que le enseñase a tañer.
|
8.(efecto de bullicio de la
calle(de fondo) 5seg)
(guitarra volumen muy bajo,
mientras loaysa habla)
|
Loaysa: Enseñó a teñer a algunos morenos y
a otra gente pobre, y me lo han pagado muy rebién.
Luis: Harto mejor os lo pagara yo a
lugar de tomar lección, pero no es posible, a causa que mi amo, cierra la
puerta de la calle dejándome emparedado entre dos puertas.
Loaysa: Procurad vos tomar las llaves a
vuestro amo, yo he de encargarme que un cerrajero amigo mío haga las llaves,
y así podré entrar dentro de noche y enseñaros mejor que al Preste Juan de
las Indias.
|
9.(guitarra y tarareo 3 seg)
(guitarra sonido de fondo,
mientras conversan 8 seg)
|
Sirvientas:
¿Qué es esto, Luis? ¿De cuándo acá tienes tú guitarra, o quién te la ha dado?
Luis: ¿Quién me la ha dado? El mejor músico que hay en el mundo, y el que me ha de enseñar en menos de seis días más de seis mil sones.
Dueña: Y ¿dónde está ese músico?
Luis: No está muy lejos de aquí.
Dueña: Y ¿a dónde puede él estar que
nosotras le podamos ver?
Luis: No quiero deciros nada hasta que
veáis lo que yo sé.
Doncella: ¡Jesús, válgame! ¿quién es ese
milagroso músico?
|
10.(guitarra muy bien tocada, de
fondo mientras hablan 10seg)
|
Loaysa: Si queréis oírme sin sobresalto de aquél viejo, yo os
daré unos polvos que le echasen en el vino, que le harán dormir con pesado
sueño más tiempo del ordinario.
Doncella: ¡Ay, señor mío de mi alma, traiga esos polvos: así Dios
le dé todo el bien que desea! Vaya y no tarde; tráigalos, señor mío, que yo
me ofrezco a mezclarlos en el vino y a ser las escanciadora; y pluguiese a
Dios que durmiese el viejo tres días con sus noches, que otros tantos
tendríamos nosotras de gloria.
Loaysa: Pues yo los traeré, y son tales que no hacen ningún daño
a quien los toma, si no es provocarle al sueño pesadísimo.
|
11. (Canción de Loaysa)
(risas de mujeres bailando de
fondo, mientras toca loaysa 30 seg)
|
(Después de la canción)
Guiomar: ¡Despierto señor, señora; y, señor, despierto señor, y
levantas y viene!
Todos: ¿Ah despertado?
Dueña: Tranquilizaos, el viejo aún duerme a más y mejor. Venga
conmigo Señora.
Loaysa: Le aseguro Leonora, que, más gusto le serían los abrazos
del amante mozo que los del marido viejo.
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12.(pasos apresurados 2 seg)
(murmullos de sus padres y ella
1seg)
13. (musica triste de fondo
30seg)
|
Carrizales: ¿Qué ha pasado? ¿dónde está?
(Después de bajar)
¿Pero qué es esto?
Esta daga… No, no puede ser así.
(Pasado el día)
Leonora: ¿Qué tenéis, señor mio, que me parece que os estáis quejando?
Carrizales: Hacedme placer, señora, que luego luego enviéis a
llamar a vuestros padres.
(Al llegar los padres de Leonora)
Siéntese aquí vuestras mercedes,
y todos los demás dejen desocupado este aposento.
Digo, pues, señores, que todo lo
que he dicho y hecho ha parado en que esta madrugada hallé a ésta, nacida en
el mundo para perdición de mi sosiego y fin de mi vida, en los brazos de un
gallardo mancebo, que en la estancia de esta pestífera dueña ahora está
encerrado.
La venganza que pienso tomar de
esta afrenta no es, ni ha de ser, de las que ordinariamente suelen tomarse,
pues quiero que, así como yo fui extremado en lo que hice, así sea la
venganza que tomaré, tomándola de mí mismo, que, como el gusano de seda, me
fabriqué la casa donde muriese, y a ti no te culpo, ¡oh niña mal aconsejada!
No te culpo, digo, porque persuasiones de viejas taimadas y mozos enamorados
fácilmente vencen y triunfan del poco ingenio que los pocos años encierran.
Y así, quiero que se traiga un
escribano, para hacer de nuevo mi testamento, en el cual mandaré doblar la
dote a Leonora y le rogaré que, después de mis días, que serán bien breves,
disponga su voluntad, pues lo podrá hacer sin fuerza, a casarse con aquel mozo,
a quien nunca ofendieron las canas de este lastimado viejo. La demás hacienda
mandaré a otras obras pías; y a vosotros, señores míos, dejaré con que podáis
vivir honradamente lo que de la vida os queda. La venida del escribano sea
luego, porque la pasión que tengo me aprieta de manera que, a más andar, me
va acortando los pasos de la vida.
Leonora: Vivid muchos años, mi señor y mi bien todo, que, puesto
caso que estáis obligado a creerme ninguna cosa de las que os dijere, sabed
que no os he ofendido sino con el pensamiento.
|
“BIOGRAFÍA DE MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA”
Narrador 1: Cerdán Núñez
Brandon Michelle
Narrador 2: Pérez Aguirre
Miguel Alejandro
Narrador 3: Aguilar Romero
Jesús Alexander
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|
Indicaciones de
efectos especiales y musicalización
|
Parlamentos
|
-Sube música clásica, “Himno a la Alegría” (12 segundos).
-Baja volumen de la música (3 segundos).
-Sube sonido que
emite un recién nacido (5 segundos).
-Baja sonido del
recién nacido (5 segundos).
|
Narrador 1: Se dice que nació el 29 de septiembre de
1547 en Alcalá de Henares, una ciudad en el centro de España, ya que fue
bautizado en la parroquial de Santa María la Mayor, en Italia, el 9 de
octubre de 1547, fecha que se generalmente se toma como la de su nacimiento.
Fue el cuarto de los
siete hijos de un modesto cirujano, Rodrigo de Cervantes, y de Leonor
Cortinas.
|
-Sube sonido de las
campanas (15 segundos).
-Baja sonido de las
campanas (10 segundos).
|
Narrador 2: La familia de su padre conocía la
prosperidad, pero su abuelo Juan, graduado en leyes por Salamanca y juez de
la Santa Inquisición, abandonó el hogar y comenzó una errática y libertina
vida, dejando a su mujer y al resto de sus hijos en la indigencia, por lo que
el padre de Cervantes se vio obligado a ejercer su oficio de cirujano
barbero, lo cual convirtió la infancia del pequeño Miguel en una incansable
peregrinación por las más populosas ciudades castellanas. Su formación de
Cervantes es desconocida, pero se comprueba que asistió a clases de
Humanidades.
|
-Sube sonido de
caballo trotando (10 segundos).
-Baja sonido de
caballo trotando (10 segundos).
|
Narrador 3: A los dieciocho años tuvo que huir a Italia
porque había herido a un hombre; allí entró al servicio del cardenal
Acquaviva.
|
-Entra sonido de
disparos (5 segundos).
|
Narrador 2: Poco después se alistó como soldado y
participó heroicamente en la batalla de Lepanto, en 1571, a bordo de la
galera llamada “La Marquesa”. Donde fue herido en el pecho y en la mano
izquierda, que le quedó paralitica. Cervantes siempre se mostró orgulloso de
haber participado en la batalla de Lepanto. Después de aquel acontecimiento
continuó unos años como soldado.
|
-Entra ruido de
cadenas arrastrándose (11 segundos).
|
Narrador 1: En 1575, cuando regresaba a la península de
España, junto a su hermano Rodrigo, fueron apresados y llevados cautivos a
Argel, la capital de Argelia. Cinco años estuvo prisionero, hasta que en 1580
pudo ser liberado gracias al rescate que aportó su familia y los padres
trinitarios. Durante su cautiverio, Cervantes intentó fugarse varias
veces, pero nunca lo logró.
|
-Sube sonido de
máquina de escribir (10 segundos).
-Baja sonido de
máquina de escribir (10 segundos).
|
Narrador 2: Cuando en 1580 volvió a la Península tres
doce años de ausencia, intentó varios trabajos y solicitó un empleo en “Las
Indias”, que no le fue concedido, fue una etapa dura para Cervantes, pero por
aquel tiempo el empezaba a escribir, actual del cual se destaca enormemente.
|
-Sube “Marcha
Nupcial” (10 segundos).
-Baja “Marcha
Nupcial” (10 segundos).
|
Narrador 3: En 1584 se casó y, entre 1587 y 1600,
residió en Sevilla ejerciendo un ingrato y humilde oficio como “comisario de
abastecimientos”, que le obligaba a recorrer Andalucía requisando alimentos
para las expediciones que preparaba Felipe II, tanto para los viajes como
para la cárcel, los cuales le permitieron conocer todo tipo de personas que
aparecerían como personajes en su obra.
|
-Entra sonido de
monedas cayendo (15 segundos).
|
Narrador 1: Cervantes se trasladó a Valladolid en 1604,
en busca de mecenas en el entorno de la corte, pues tenía dificultades
económicas.
|
-Sube música clásica
(8 segundos).
-Baja música clásica
(8 segundos).
|
Narrador 2: Cuando en 1605 publicó la primera parte del
Quijote, alcanzó un gran éxito, lo que le permitió publicar en pocos años lo que
había ido escribiendo.
|
-Sube violín clásico
(15 segundos).
-Baja violín clásico
(15 segundos).
|
Narrador 3: Cervantes escribió a un ritmo imparable:
las Novelas ejemplares vieron la luz en 1613; el Viaje al Parnaso, en verso,
en 1614.
|
-Entra sonido de tos
seca (5 segundos).
|
Narrador 1: Enfermó y urgido, y mientras preparaba la
publicación de: Las Ocho Comedias y Ocho Entremeses, nuevos nunca
representados en 1615. Acabó la segunda parte del Quijote, que se imprimiría
en el curso del mismo año.
|
-Sube violín
clásico, “Viva La Vida” (7 segundos).
-Baja violín clásico
“Viva La Vida” (7 segundos).
|
Narrador 2: A principios de 1616 estaba terminando una
novela de aventuras en estilo bizantino: Los trabajos de Persiles y
Sigismunda.
|
-Sube “Another Love”
(10 segundos).
-Baja Tom “Another
Love” (10 segundos).
|
Narrador 3: Así, entre el 22 y el 23 de abril de 1616,
murió en su casa de Madrid, asistido por su esposa y una de sus sobrinas;
envuelto en su hábito franciscano y con el rostro sin cubrir, fue enterrado
en el convento de las trinitarias descalzas, ubicado en Madrid.
|
fGuión
El Licenciado Vidriera
Miguel de Cervantes Saavedra
Personajes:
Licenciado Vidriera
Narrador
Caballero 1
Caballero 2
Caballero 3
Don Diego de Valdivia
Ropera
Marido
Hombre 1
Hombre 2
Hombre 3
Hombre 4
Hombre 5
Hombre 6
Hombre 7
Señor de la corte
Escena 1
Indicaciones técnicas
|
Audio
|
Empieza soundtrack 1 tres
segundos y fundir. Se queda de fondo.
|
Narrador:
Paseándose dos caballeros estudiantes por las riberas de Tormes, hallaron en
ellas, debajo de un árbol durmiendo, a un muchacho de hasta edad de once
años, vestido como labrador.
Mandaron a un caballero que le despertase; despertó y
preguntáronle de a dónde era y qué hacía durmiendo en aquella soledad.
|
Comienzan sonidos de agua
fluyendo y bajar volumen.
|
Vidriera: El
nombre de mi tierra he olvidado, pero si interesa, iba a la ciudad de
Salamanca a buscar un amo a quien servir, por sólo que me diese estudio.
|
Soundtrack 1 de fondo*
|
Caballero 1:¿Usted
sabe leer?
|
Soundtrack 1 de fondo*
|
Vidriera: Sí, y
escribir también.
|
Soundtrack 1 de fondo*
|
Caballero 1:
Desa manera, no es por falta de memoria habérsete olvidado el nombre de tu
patria.
|
Soundtrack 1 de fondo*
|
Vidriera: Sea
por lo que fuere que ni el della ni del de mis padres sabrá ninguno hasta que
yo pueda honrarlos a ellos y a ella.
|
Soundtrack 1 de fondo*
|
Caballero 2:
Pues, ¿de qué suerte los piensas honrar?
|
Soundtrack 1 de fondo*
|
Vidriera: Con
mis estudios, siendo famoso por ellos; porque yo he oído decir que de los
hombres se hacen los obispos.
|
Soundtrack 1 de fondo*
|
Narrador: Esta
respuesta movió a los dos caballeros a que le recibiesen y llevasen consigo,
como lo hicieron, dándole estudio de la manera que se usa dar en aquella
universidad a los criados que sirven.
|
Fundir soundtrack 1
|
Vidriera: Me
llamo Tomás Rodaja.
|
Escena 2
Indicaciones técnicas
|
Audio
|
Soundtrack 1 bajar volumen y
se queda de fondo
|
Narrador: A
pocos días le vistieron de negro, y a pocas semanas dio Tomás muestras de
tener raro ingenio, sirviendo a sus amos con tanta fidelidad, puntualidad y
diligencia que, sin faltar un punto a sus estudios, parecía que sólo se
ocupaba en servirlos. Y, como el buen servir del siervo mueve la voluntad del
señor a tratarle bien, ya Tomás Rodaja no era criado de sus amos, sino su
compañero.
Su principal estudio fue de leyes; pero en lo que más se
mostraba era en letras humanas.
Sucedió que se llegó el tiempo que sus amos acabaron sus
estudios y se fueron a su lugar natal, que era una de las mejores ciudades de
la Andalucía. Lleváronse consigo a Tomás, y estuvo con ellos algunos días;
pero, como le fatigasen los deseos de volver a sus estudios y a Salamanca,
pidió a sus amos licencia para volverse. Ellos, corteses y liberales, se la
dieron, esperando que con lo que le dieron se pudiera sustentar tres años.
Despidióse dellos, mostrando en sus palabras su
agradecimiento, y salió de Málaga. Al bajar de la cuesta de la Zambra, se
topó con un gentilhombre a caballo. Juntóse con él y supo cómo llevaba su
mismo viaje. Hicieron camarada, a pocos lances dio Tomás muestras de su raro
ingenio y el caballero las dio de su bizarría y cortesano trato.
|
Sonido militar
Soundtrack 1 fondo*
|
Don Diego de
Valdivia: Yo, Don Diego de Valdivia, soy capitán de infantería por Su
Majestad, y mi alférez está haciendo la compañía en tierra de Salamanca.
Estoy contentísimo de su buena presencia, ingenio y desenvoltura, le ruego
que me haga compañía a Italia, si usted quiere, por curiosidad de verla; le
ofrezco mi mesa y aun, si fuese necesario, mi bandera, porque mi alférez la
había de dejar prestar.
|
Soundtrack 1 fondo*
|
Vidriera: Sería
bueno ver a Italia y Flandes y otras diversas tierras y países, pues las
luengas peregrinaciones hacen a los hombres discretos; y que en esto, a lo
más largo, podría gastar tres o cuatro años, que, añadidos a los pocos que
tengo, no serían tantos que me impidiesen volver a los estudios. Soy contento
de irme con usted a Italia; pero ha de ser condición que no me he de sentar
debajo de bandera, ni poner en lista de soldado, por no obligarme a seguir su
bandera. Eso sería ir contra mi conciencia y contra la del señor capitán; y
así, más quiero ir suelto que obligado.
|
Se funde soundtrack 1
|
Don Diego de
Valdivia: Conciencia tan escrupulosa, más es de religioso que de soldado;
pero, comoquiera que sea, ya somos camaradas.
|
Escena 3
Indicaciones técnicas
|
Audio
|
Empieza soundtrack 2 bajar
volumen y se queda de fondo
|
Narrador:
Llegaron aquella noche a Antequera, y en pocos días se pusieron donde estaba
la compañía que comenzaba a marchar la vuelta de Cartagena, alojándose ella y
otras cuatro por los lugares que le venían a mano.
|
Soundtrack 2 fondo**
|
Vidriera: Allí
note la autoridad de los comisarios, la incomodidad de algunos capitanes, la
solicitud de los aposentadores, la industria y cuenta de los pagadores, las
quejas de los pueblos, el rescatar de las boletas, las insolencias de los
bisoños, las pendencias de los huéspedes, el pedir bagajes más de los
necesarios, y, finalmente, la necesidad casi precisa de hacer todo aquello
que mal me parecía.
|
Soundtrack 2 fondo**
|
Narrador:
Habíase vestido Tomás de papagayo, renunciando los hábitos de estudiante, y
púsose a lo de Dios es Cristo, como se suele decir.
|
Soundtrack 2 fondo**
|
Vidriera:
Llegamos más presto de lo que quisiéramos a Cartagena, la vida de los
alojamientos es ancha y varia, y cada día se topan cosas nuevas y gustosas.
Allí nos embarcamos en cuatro galeras de Nápoles, y noté la extraña vida de
aquellas marítimas casas, adonde lo más del tiempo maltratan las chinches,
roban los forzados, enfadan los marineros, destruyen los ratones y fatigan
las maretas.
|
Soundtrack 2 fondo**
|
Narrador:
Pusiéronle temor las grandes borrascas y tormentas, especialmente en el golfo
de León, que tuvieron dos; que la una los echó en Córcega y la otra los
volvió a Tolón, en Francia.
|
Soundtrack 2 fondo**
|
Vidriera:
Trasnochados, mojados y con ojeras, llegamos a la hermosa y bellísima ciudad
de Génova; y desembarcamos, después de haber visitado una iglesia, dio el
capitán con todas sus camaradas en una hostería, donde pusimos en olvido
todas las borrascas pasadas con el presente gaudeamus.
Otro día se desembarcamos todas las compañías que habían
de ir al Piamonte; pero no quise hacer este viaje, sino ir desde allí por
tierra a Roma y a Nápoles, quedando de volver por la gran Venecia y por
Loreto a Milán y al Piamonte, donde dijo don Diego de Valdivia que me
hallaría si ya no los hubiesen llevado a Flandes, según se decía.
|
Soundtrack 2 fondo**
|
Narrador:
Despidióse Tomás del capitán de ahí a dos días, y en cinco llegó a Florencia,
habiendo visto primero a Luca, ciudad pequeña, pero muy bien hecha, y en la
que, mejor que en otras partes de Italia, son bien vistos y agasajados los
españoles.
|
Soundtrack 2 fondo**
|
Vidriera:
Estuve en Florencia, sumptuosos edificios, fresco río y apacibles calles
cuatro días, y luego partí a Roma, reina de las ciudades y señora del mundo.
Visité sus templos, adoré sus reliquias y admiré su grandeza; y, así como por
las uñas del león se viene en conocimiento de su grandeza y ferocidad.
|
Soundtrack 2 fondo**
|
Narrador: Desde allí se fue a
Sicilia, y vio a Palermo, y después a Micina; de Palermo le pareció bien el
asiento y belleza, y de Micina, el puerto, y de toda la isla, la abundancia,
por quien propiamente y con verdad es llamada granero de Italia. Volvióse a
Nápoles y a Roma, y de allí fue a Nuestra Señora de Loreto.
|
Soundtrack 2 fondo**
|
Vidriera: Vi el
mismo aposento y estancia donde se relató la más alta embajada y de más
importancia que vieron y no entendieron todos los cielos, y todos los ángeles
y todos los moradores de las moradas sempiternas.
|
Se funde soundtrack 2
|
Narrador: Y,
habiendo cumplido con el deseo que le movió a ver lo que había visto,
determinó volverse a España y a Salamanca a acabar sus estudios; y como lo
pensó lo puso luego por obra, con pesar grandísimo de su camarada, que le
rogó, al tiempo de despedirse, le avisase de su salud, llegada y suceso.
Prometióselo ansí como lo pedía, y, por Francia, volvió a España, sin haber
visto a París, por estar puesta en armas. En fin, llegó a Salamanca, donde
fue bien recebido de sus amigos, y, con la comodidad que ellos le hicieron,
prosiguió sus estudios hasta graduarse de licenciado en leyes.
|
Escena 4
Indicaciones técnicas
|
Audio
|
Empieza soundtrack 3 bajar
volumen y se queda de fondo
|
Narrador:
Sucedió que en este tiempo llegó a aquella ciudad una dama de todo rumbo y
manejo. Dijéronle a Tomás que aquella dama decía que había estado en Italia y
en Flandes, y, por ver si la conocía, fue a visitarla. Así quedó ella
enamorada de Tomás. Y él, sin darse cuenta de ello, si no era por fuerza y
llevado de otros, no quería entrar en su casa. Ella le ofreció su hacienda,
pero, como él atendía más a sus libros que a otros pasatiempos, en ninguna
manera respondía al gusto de la señora; la cual, acordó de buscar otros
modos, a su parecer más eficaces y bastantes para salir con el cumplimiento
de sus deseos.
Y así, aconsejada de una morisca, dio a Tomás unos destos
que llaman hechizos, creyendo que le daba cosa que le forzase la voluntad a
quererla: como si hubiese en el mundo yerbas y encantos suficientes a forzar
el libre albedrío; y así, las que dan estas bebidas o comidas amatorias se
llaman veneficios; porque no es
otra cosa lo que hacen sino dar veneno a quien las toma.
Comió Tomás el membrillo y al momento comenzó a herir de
pie y de mano como si tuviera alferecía. Sin volver en sí estuvo muchas
horas, al cabo de las cuales volvió como atontado, y dijo con lengua
tartamuda que fue por un membrillo que había comido y acusó a quien se lo
había dado.
Seis meses estuvo en cama Tomás. Y, aunque le hicieron los
remedios posibles, sólo le sanaron la enfermedad del cuerpo, pero no del
entendimiento, porque quedó sano, y loco de la más extraña locura que entre
las locuras hasta entonces se había visto.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Vidriera: Oh,
pero si yo soy todo de vidrio, de pies a cabeza, le imploro no me vaya a
dañar, por favor no se acerque a mí, porque me quebraría. Real y
verdaderamente yo no soy como los otros hombres. Soy muy tierno y quebradizo.
Podrían ustedes hablarme desde lejos, preguntarme lo que quisieren porque a todo les responderé con más
entendimiento, por ser hombre de vidrio y no de carne: que el vidrio, por ser
de materia sutil y delicada, obra por el alma con más promptitud y eficacia
que la del cuerpo, pesada y terrestre.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Narrador:Quisieron
algunos experimentar si era verdad lo que decía; y así, le preguntaron muchas
y difíciles cosas, a las cuales respondió espontáneamente con grandísima
agudeza de ingenio: cosa que causó admiración a los más letrados de la
Universidad.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Vidriera: Les
pido me den alguna funda donde poner este vaso quebradizo de mi cuerpo,
porque al vestirme algún vestido estrecho no me quiebre. Y no, de ninguna
manera calzaré zapatos, con tan solo intentar ponérmelos quedaría en pedazos.
|
Fundir soundtrack 3
|
Narrador: Y
así, le dieron una ropa parda y una camisa muy ancha .No comía carne ni
pescado; no bebía sino en fuente o en río, y esto con las manos; cuando
andaba por las calles iba por la mitad dellas, mirando a los tejados,
temeroso no le cayese alguna teja encima y le quebrase. Incluso decía que le
llamasen Licenciado Vidriera.
Tuviéronle encerrado sus amigos mucho tiempo; pero, viendo
que su desgracia pasaba adelante, terminaron concediéndole lo que él les
pedía, que era le dejasen andar libre; y así, le dejaron, y él salió por la
ciudad, causando admiración y lástima a todos los que le conocían.
|
Escena 5
Indicaciones técnicas
|
Audio
|
Empieza soundtrack 3 bajar
volumen y se queda defondo
|
Narrador:
Pasando, pues, una vez por la ropería de Salamanca, le dijo una ropera.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Ropera: En mi
ánima, señor Licenciado, que me pesa de su desgracia; pero, ¿qué haré, que no
puedo llorar?
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Vidriera: Filiae
Hierusalem, plorate super vos et super filios vestros
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Narrador:
Entendió el marido de la ropera la malicia del dicho y díjole
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Marido:
Hermano, más tenéis de bellaco que de loco
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Vidriera: No se
me da un ardite, como no tenga nada de necio.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Narrador:
Preguntóle un día un hombre:
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Hombre 1: ¿Qué
consejo o consuelo daría a un amigo mío que está muy triste porque su mujer
se le ha ido con otro?
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Vidriera: Dile
que dé gracias a Dios por haber permitido le llevasen de casa a su enemigo.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Hombre 1:Luego,
¿no irá a buscarla?
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Vidriera: ¡Ni
por pienso! porque sería el hallarla hallar un perpetuo y verdadero testigo
de su deshonra.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Narrador:Díjole
un muchacho.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Hombre 2: Señor
licenciado Vidriera, yo me quiero desgarrar de mi padre porque me azota
muchas veces.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Vidriera:
Advierte, niño, que los azotes que los padres dan a los hijos honran, y los
del verdugo afrentan.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Narrador: De
los maestros de escuela decía que eran dichosos, pues trataban siempre con
ángeles; y que fueran dichosísimos si los angelitos no fueran mocosos.
Las nuevas de su locura y de sus respuestas y dichos se
estendió por toda Castilla; y, llegando a noticia de un príncipe, o señor,
que estaba en la Corte, quiso enviar por él, y encargóselo a un caballero
amigo suyo, que estaba en Salamanca, que se lo enviase; y, topándole el
caballero un día, le dijo:
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Caballero 3:
Sepa el señor licenciado Vidriera que un gran personaje de la Corte le quiere
ver y envía por él.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Vidriera: Vuesa
merced me escuse con ese señor, que yo no soy bueno para palacio, porque
tengo vergüenza y no sé lisonjear.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Narrador: Con
todo esto, el caballero le envió a la Corte, y para traerle pusiéronle en
unas árgüenas de paja, como aquéllas donde llevan el vidrio, igualando los
tercios con piedras, y entre paja puestos algunos vidrios, porque se diese a
entender que como vaso de vidrio le llevaban. Llegó a Valladolid; entró de
noche y desembanastáronle en la casa del señor que había enviado por él, de
quien fue muy bien recebido, diciéndole:
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Señor de la Corte:
Sea muy bien venido el señor licenciado Vidriera. ¿Cómo ha ido en el camino?
¿Cómo va de salud?
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Vidriera:
Ningún camino hay malo, como se acabe, si no es el que va a la horca. De
salud estoy neutral, porque están encontrados mis pulsos con mi celebro.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Narrador: El
caballero gustó de su locura y dejóle salir por la ciudad, debajo del amparo
y guarda de un hombre que tuviese cuenta que los muchachos no le hiciesen
mal; de los cuales y de toda la Corte fue conocido en seis días, y a cada
paso, en cada calle y en cualquiera esquina, respondía a todas las preguntas
que le hacían; entre las cuales le preguntó un estudiante si era poeta,
porque le parecía que tenía ingenio para todo.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Vidriera: Hasta
ahora no he sido tan necio ni tan venturoso.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Hombre 3: No
entiendo eso de necio y venturoso.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Vidriera: No he
sido tan necio que diese en poeta malo, ni tan venturoso que haya merecido
serlo bueno.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Narrador: Preguntóle
otro estudiante que en qué estimación tenía a los poetas
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Vidriera: a la
ciencia, en mucha; pero a los poetas, en ninguna.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Narrador: Replicáronle
que por qué decía aquello.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Vidriera: Del
infinito número de poetas que hay, son tan pocos los buenos, que casi no
hacen número; y así, como no hay poetas, no los estimo; pero admiro la
ciencia de la poesía porque encierra en sí todas las demás ciencias.: porque
de todas se sirve, de todas se adorna, y pule y saca a luz sus maravillosas
obras, con que llena el mundo de provecho, de deleite y de maravilla.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Narrador: Otra
vez le preguntaron qué era la causa de que los poetas por la mayor parte,
eran pobres.
|
Soundtrack 3 de fondo***
|
Vidriera:
Porque ellos quieren, pues esta en su mano ser ricos, si se saben aprovechar
de la ocasión que por momentos traen entre las manos, que son las de sus
damas, que todas son riquísimas en extremo, pues tienen los cabellos de oro,
la frente de plata bruñida, los ojos de verdes esmeraldas, los dientes de
marfil, los labios de coral y la garganta de cristal transparente, y que lo
que lloraban eran líquidas perlas, y que todas estas cosas eran señales y
muestras de su mucha riqueza.
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Soundtrack 3 de fondo***
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Narrador: Estas
y otras cosas decía de los malos poetas, que de los buenos siempre dijo bien
y los levantó sobre el cuerno de la luna.
Arrimóse un día con grandísimo tiento, porque no se
quebrase, a la tienda de un librero, y díjole:
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Soundtrack 3 de fondo***
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Vidriera: Este
oficio me contentara mucho si no fuera por una falta que tiene.
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Soundtrack 3 de fondo***
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Narrador:
Preguntóle el librero se la dijese.
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Soundtrack 3 de fondo***
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Vidriera: Los
melindres que hacen cuando compran un privilegio de un libro, y de la burla
que hacen a su autor si acaso le imprime a su costa; pues, en lugar de mil y
quinientos, imprimen tres mil libros, y, cuando el autor piensa que se venden
los suyos, se despachan los ajenos.
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Soundtrack 3 de fondo***
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Narrador: Por
estas y otras cosas que decía de todos los oficios, se andaban tras él, sin
hacerle mal y sin dejarle sosegar; pero, con todo esto, no se pudiera
defender de los muchachos si su guardián no le defendiera.
Preguntóle uno que cuál había sido el más dichoso del
mundo.
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Se funde soundtrack 3
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Vidriera: Nemo;
porque Nemo novit Patrem, Nemo sine crimine vivit, Nemo sua sorte contentus
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Escena 6
Indicaciones técnicas
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Audio
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Empieza soundtrack 1 baja
volumen y se queda de fondo.
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Narrador: En
resolución, él decía tales cosas que, si no fuera por los grandes gritos que
daba cuando le tocaban a él se arrimaban, por el hábito que traía, por la
estrecheza de su comida, por el modo con que bebía, por el no querer dormir
sino al cielo abierto en el verano y el invierno en los pajares, como queda
dicho, con que daba tan claras señales de su locura, ninguno pudiera creer
sino que era uno de los más cuerdos del mundo.
Dos años o poco más duró en esta enfermedad, porque un
religioso de la Orden de San Jerónimo, que tenía gracia y ciencia particular
en hacer que los mudos entendiesen y en cierta manera hablasen, y en curar
locos, tomó a su cargo de curar a Vidriera, movido de caridad; y le curó y
sanó, y volvió a su primer juicio, entendimiento y discurso. Y, así como le
vio sano, le vistió como letrado y le hizo volver a la Corte, adonde, con dar
tantas muestras de cuerdo como las había dado de loco, podía usar su oficio y
hacerse famoso por él. Hízolo así; y, llamándose el licenciado Rueda, y no
Rodaja, volvió a la Corte, donde, apenas hubo entrado, cuando fue conocido de
los muchachos; mas, como le vieron en tan diferente hábito del que solía, no
le osaron dar grita ni hacer preguntas; pero seguíanle y decían unos a otros:
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Soundtrack 1 de fondo*
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Hombre 4: ¿Éste
no es el loco Vidriera?
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Soundtrack 1 de fondo*
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Hombre 5: ¡A fe
que es él!
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Soundtrack 1 de fondo*
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Hombre 6: Ya
viene cuerdo.
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Soundtrack 1 de fondo*
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Hombre 7: Pero
también puede ser loco bien vestido como mal vestido; preguntémosle algo, y
salgamos desta confusión.
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Soundtrack 1 de fondo*
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Narrador: Todo
esto oía el licenciado y callaba, y iba más confuso y más corrido que cuando
estaba sin juicio. Pasó el conocimiento de los muchachos a los hombres; y,
antes que el licenciado llegase al patio de los Consejos, llevaba tras de sí
más de doscientas personas de todas suertes. Con este acompañamiento, que era
más que de un catedrático, llegó al patio, donde le acabaron de circundar
cuantos en él estaban. Él, viéndose con tanta turba a la redonda, alzó la voz
y dijo:
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Soundtrack 1 de fondo*
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Vidriera:
Señores, yo soy el licenciado Vidriera, pero no el que solía: soy ahora el
licenciado Rueda; sucesos y desgracias que acontecen en el mundo, por
permisión del cielo, me quitaron el juicio, y las misericordias de Dios me le
han vuelto. Por las cosas que dicen que dije cuando loco, podéis considerar
las que diré y haré cuando cuerdo. Yo soy graduado en leyes por Salamanca, a
donde estudié con pobreza y adonde llevé segundo en licencias: de do se puede
inferir que más la virtud que el favor me dio el grado que tengo. Aquí he
venido a este gran mar de la Corte para abogar y ganar la vida; pero si no me
dejáis, habré venido a bogar y granjear la muerte. Por amor de Dios que no
hagáis que el seguirme sea perseguirme, y que lo que alcancé por loco, que es
el sustento, lo pierda por cuerdo. Lo que solíades preguntarme en las plazas,
preguntádmelo ahora en mi casa, y veréis que el que os respondía bien, según
dicen, de improviso, os responderá mejor de pensado.
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Soundtrack 1 de fondo*
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Narrador:
Escucháronle todos y dejáronle algunos. Volvióse a su posada con poco menos
acompañamiento que había llevado. Salió otro día y fue lo mismo; hizo otro
sermón y no sirvió de nada. Perdía mucho y no ganaba cosa; y, viéndose morir
de hambre, determinó de dejar la Corte y volverse a Flandes, donde pensaba
valerse de las fuerzas de su brazo, pues no se podía valer de las de su
ingenio. Y, poniéndolo en efeto, dijo al salir de la Corte:
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Soundtrack 1 de fondo*
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Vidriera: ¡Oh
Corte, que alargas las esperanzas de los atrevidos pretendientes, y acortas
las de los virtuosos encogidos, sustentas abundantemente a los truhanes
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Soundtrack 1 de fondo*
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Narrador: Esto
dijo y se fue a Flandes, donde la vida que había comenzado a eternizar por
las letras la acabó de eternizar por las armas, en compañía de su buen amigo
el capitán Valdivia, dejando fama en su muerte de prudente y valentísimo
soldado.
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